“Yo soy Fijman”: el teatro al rescate del poeta
Por Carlos Aznárez | |
“Yo soy Fijman”: el teatro al rescate del poeta Meterse en las entrañas de este poeta maldito, digo, que como Antonin Artaud caminó siempre por la delgada cornisa del desafío a los modelos de la maldita “normalidad”. Meterse en su cuerpo, afirmo, en su mente de gigante, para escupirles en la cara a quienes querían juzgarle por (de) mente. Aún en esa prisión de hipocresía que son los hospicios, el corazón del poeta podia seguir latiendo y dando lecciones de vida. Uso la palabra “meterse”, para tratar de explicar lo que sentí al encontrarme con una obra teatral poco habitual: “Yo soy Fijman”, que con inusitada pasión (para los tiempos que corren) y envidiable profesionalidad vuelcan, en un original escenario, un grupo de jóvenes, descubridores del poeta y a la vez amantes de la poesía con mayúsculas. Hablo de Alan Robinson, Federico Mercado, Carina Resnisky, Martín Ortiz, dirigidos por Marcela Fraiman, y ahora habitantes de un singular espacio teatral del barrio bonaerense de Villa Urquiza. Allí, sin dudarlo sobrevuela lo mejor del espíritu de Fijman, y no es para menos, porque junto al elenco citado, transita como compañero de travesía, quien mejor lo conoció y difundió su obra, el poeta, escritor y periodista Vicente Zito Lema. En una actuación inolvidable, Zito Lema recrea como nadie puede hacerlo la poesía de su gran amigo, y evoca, unas veces con ironía y otras con esa tristeza que subyace en toda nostalgia, los repetidos encuentros con Fijman prisionero, o luego en libertad condicional, hasta el día de su repentina muerte. La puesta en escena revela una sutileza que atrapa desde el vamos, y provoca que el espectador cohabite con Fijman en lo más profundo de sus hendiduras, y salga de la mano de Robinson, Resnisky u Ortíz, o de la música compuesta por Mercado, a decir quién es en realidad este hombre que pasó 30 años (se dice fácil) envuelto en tinieblas de palizas, electroshocks, miradas torvas, tristezas y otras minucias que no lograron derrotarlo. La obra emociona, conmueve, provoca y nos interpela, no sólo por no conocer más a Fijman (sus libros son aún semiclandestinos o suelen ser encontrados en librerías de usados) sino también por todos los Fijman parecidos a este hombre bueno y grande que falleció en el 72, y que aún pasean sus osamentas y su sabiduría de “locos”, por instituciones, que como las cárceles, deforman, machacan, asustan. |
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Nota sobre “Yo soy Fijman” Por Daniel Sans.
No se habla del amigo ausente, se habla con él. Esto que alguna vez mencionó Fernando Ulloa busca cumplirse cada noche en la que “Yo soy Fijman” se da en el teatro El Crisol; y agrego, no se habla de la poesía, se habla con ella.
Los actores Carina Resnisky, Martín Ortiz y Alan Robinson; el músico Federico
Mercado y el poeta Vicente Zito Lema, andan entre las mesas, convidan con una copa de vino y emprenden la ceremonia de resurrección de la poesía y del poeta Jacobo Fijman; fui partícipe de la ceremonia, algo me dice que continuará sucediendo, pero vaya a saber si siempre sucederá, nada lo garantiza, el desafío es grande y no depende exclusivamente del arte de los actores, del músico o del poeta con sus espontáneas apariciones, tampoco de la dirección de Marcela Fraiman, si sucede, será porque los espectadores dejaron de serlo y se transformaron, en ocasión de la obra, en receptores activos, uniéndose en y a la ceremonia, eso es preciso, intentaré explicarlo:
Durante la ceremonia en una de las paredes se escribe “Si no está muerto búsquenlo en el loquero” la frase se refiere a Fijman a quien Vicente encontró en el Hospital Borda y al que vuelve a buscar cada noche; y la frase, como un eco, viene a responder una pregunta que me atraviesa al salir de la sala ¿Dónde está la poesía? O recordando la pregunta de Heidegger ¿para qué la poesía en un mundo de penurias? Si los dioses han huido, decía el filosofo alemán, si Heracles, Dionisios y Cristo ya no están y nada remedia el desamparo, si no es posible, ni deseable que el arte ocupe el lugar que la religión ha dejado, pero se precisa la poesía porque sin ella triunfa la renegación de la vida y de la muerte, la resignación al dominio del capital y a la crueldad, la perdida definitiva del sentido.
Entonces ¿para qué la poesía y donde encontrarla? Y donde no encontrarla; asistí a una ceremonia de resurrección, no a una representación, y esto es claro en la Antropología Poética Teatral de Zito Lema, no es una re-presentación, ya que la poesía sólo se hará presente si puede compartirse, que es lo mismo que decir que la re-presentación es enemiga de la poesía en su forma de ceremonia, la poesía no tolera espectadores, requiere que ponga el cuerpo, la encuentro con la condición de transformarme en receptor activo. A la obra y al poeta lo reviven para compartirlo y los que me invitan a celebrar me acercan los elementos que las sostienen, entonces, habrá celebración y la poesía volverá a dotar de sentido allí donde el exceso de realidad ha herido. Se trata, parafraseo a Enrique Pichón Riviere, de un intento audaz de transmutación de lo siniestro: salir del gran loquero en el que estamos encerrados; en lo maravilloso, resurrección de la poesía. Por eso es preciso salir a buscar la poesía que, como la locura, no halla lugar en éste mundo, y contagiado de poesía, sabré de las heridas que el mundo abandonado me infringe: la incomprensión del dolor y de la muerte, la profunda dificultad de aprender el amor.
(Daniel Sans es psicoanalista, escritor y docente en la Universidad Nacional del Comahue)
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CUANDO EL TEATRO ES POESÍA Por Luigi Serradori
De entrada sé que ante esta obra no me vá el tono de critico, así que renuncio a toda idea de critica (formal) sobre el trabajo. Para decir mas, o para no decir menos, prefiero hablar desde la poesía y no desde las formas del lenguaje critico teatral (dicho sea de paso, no se cuales son) así que voy con mi única lengua posible, que es una mezcla de intuiciones, influencias, y libertades.…
Además se resuelve una ecuación bastante predecible escribiendo esto; para hablar de poesía es necesaria la poesía. Así tiene que ser, y eso es lo que hicieron con “Yo soy Fijman”.
Voy al grano, yo nunca presencíe un hecho teatral que despoje tan naturalmente todo el artificio del teatro y vaya directamente, desde una sencillez tan armoniosa, profunda, iluminada, a lo esencial, hablo de una sencillez que para mí fue inaudita, porque guardaba lo esencial, y que no es fácil conseguir, escenas plenas de honestidad y significancia.
Siento que la poesía es la protagonista de la obra, el futuro de la poesia para ser mas concreto...
La palabra puesta como amistad y testimonio es lo mas poderoso que tiene el trabajo.
La palabra aparece desnuda, inocente en su brutalidad, y aquí me saco el sombrero por Vicente Zito Lema, ya que el hombre se despoja de toda imagen (soberana) para encarnar una voz, una voz que es presencia, que estuvo en el tiempo con el poeta y que ahora está entre nosotros, con la claridad de un niño hablandonos, compartiendo desde una humildad de oro, la humildad de fuego de Fijman.
Una palabra y una escena sin mañas, una escena y una palabra que se encuentran, que son coherentes, que reinventan un material sonoro y visual (además de gustativo, mi vino bebido) haciendo del hecho teatral música, música que se piensa y música del dolor que jamás abandona en la vida la esperanza.
Al final es la esperanza lo único que nos debería importar del arte, si hacemos lo que hacemos es porque creemos en la vida, y “Yo soy Fijman” a mi me dice sin golpes bajos; un hombre en la poesía, eso es el futuro. Con esta leyenda sali del teatro.
También veo dos generaciones instalando este trabajo, una generación mas cercana a este tiempo, que paradójicamente encarna al poeta, son ellos los que dicen, desde el deseo me animo a decir, (porque hoy mas que nunca nuestra generación ve como la poesía se nos escapa del alma); yo soy Fijman, yo soy Fijman... Casi como una formula mágica para que esto sea así,que uno pueda decir; yo soy Fijman como diciendo; que vuelva lo perdido a nuestras lenguas
Acostumbrados por estos tiempos al endurecimiento del arte, a la desesperación sin límites, (intentos en nombre de la crueldad) cuando sabido es que la crueldad se encuentra en los elementos mas puros, en el bien de lo sencillo, en las inocencias, y no en cajas ni formas que solo indican el miedo con moño pacato atomizado de la época.
"Yo soy Fijman" a medida que avanza nos dice: relájense, los necesitamos con su claridad y juicios expuestos, el corazón abierto listo a recibir su propia instrucción.
"Yo soy Fijman" cree en los hombres, en el espectador, y no lo sodomiza desde la “película” que generalmente hoy se esta haciendo en el teatro.
El vino que fui bebiendo (que me ofrecieron durante la representación) fue mi soledad, mis propios huesos y la terrible realidad; ser conciente de que uno vive y es parte de una sociedad sin ángel.
“Yo soy Fijman” es celebración, virtud, multiplica los sentidos porque es poesia, va mas allá del teatro y así tiene que ser, porque la poesía históricamente fue mas allá de sus fronteras.
Lo terrible de la vida de Fijman no deja de ser terrible, pero es tal la superación de los dramas, la altura desde donde se cuenta la historia que presenciamos una de las vidas más tristes de la poesía y sin embargo, salimos con ganas de abarcar el mundo con un grito.
Cuando uno como espectador sale de una obra con sus sentidos afinados, renovados, quiere decir que los que vio fue algo mas que una tarea teatral.
Hay un profundo respeto por lo que se cuenta. Hay una sensacion maravillosa y es que el trabajo acerca al espectador con tanta originalidad, paciencia, luz, que uno se encuentra en el círculo escénico moviéndose con los actores.
"Yo soy Fijman" se convierte en una casa donde uno descubre un viejo recuerdo, una maravilla familiar; la poesía es de todos los hombres.
Luigi Serradori
Actor, director y dramaturgo.
Grupo Raíces, de Corrientes
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teatro // Yo soy Fijman, de Martín Ortiz y Alan Robinson // Por Lucho Bordergaray
Este es un espectáculo que tiene muchas contras: se mete en el complicado campo de la poesía, toma la poesía de un hombre que vivió casi treinta años y murió internado en un neuropsiquiátrico, interfiere la representación con momentos testimoniales, etc. Para más, se presenta en una sala fuera de los circuitos teatrales consolidados, de esos a donde no llega el público que se acerca al teatro como a un "consumo cultural". Es un espectáculo de esos que si se lo presentás a un productor teatral, sin dudas te dice que no es un proyecto viable. Y es probable que esté en lo cierto. Pero desde el momento en que estás dispuesto a rescatar desde el teatro la vida y la obra de un loco poeta, ¿a quién le importa la viabilidad?
Pues bien, no hay dudas: estamos ante una elección muy personal de quienes crean esta pieza. Ya sabemos que toda elección es personal, incluso las que derivan en espectáculos complacientes con el público (esos que hacen reír a los amigos y dejan a todos conformes porque al no decir nada, no confrontan nada), y por eso aquí hablamos de una elección “muy” personal, para marcar la diferencia. Martín Ortiz y Alan Robinson eligieron rescatar la figura, la vida y la obra de Jacobo Fijman. No lo hacen relatando su vida ni mucho menos volcando datos biográficos. Nada de eso. La fragilidad y la fuerza que coexisten armoniosamente en un poeta exigen más que la presencia o las ideas. Aquí se pone en juego mucha sutileza, mucha incomodidad, mucha ruptura, incluso mucho descuelgue para que aparezca no la representación de Fijman sino la poesía, gratuita, caprichosa, inasible, luminosa incluso cuando evoca las tinieblas.
Y en un golpe repentino, Fijman se hace evidente con la aparición de Vicente Zito Lema. Otro poeta es el que puede traer a Fijman, y no por el poder de las letras, sino porque Vicente ha compuesto junto a Jacobo unas de las más bellas poesías concebibles: la del amor. Sí, sí: Fijman llevaba casi tantos años internado en hospicios como Zito Lema andando por la vida cuando este pidió su tutela y lo acompañó en sus últimos tiempos. Hasta se encargó de hacer cumplir un terrible deseo del tan lastimado Jacobo: que no le destrozaran la cabeza después de muerto; es decir, que no le hicieran autopsia; una manera de pedir ser acompañado y cuidado, literalmente, hasta la tumba.
Si el teatro es acontecimiento, acá hay teatro. Si la poesía es un intento por expresar lo inefable, acá hay poesía. Pero, por sobre todo, acá hay artistas convencidos de lo que están haciendo, y saben que cuando existe esa convicción, los demás –público, espectadores, lectores, escuchas– entramos al mundo que proponen.
Con dramaturgia de Martín Ortiz y Alan Robinson, textos de Fijman y Zito Lema, las actuaciones de Carina Resnisky (responsable también del vestuario), Federico Mercado (haciendo música en vivo) y los autores, la ya señalada participación de Zito Lema, y la puesta en escena y dirección de Marcela Fraiman, Yo soy Fijman atraviesa nuestras vidas y sigue de largo con la misma intensidad que esas brisas de primavera que nos acarician, nos llenan los pulmones, nos dibujan una sonrisa y se van, pero ya no somos los mismos.
Encontrá la ficha artística y técnica y la información de las funciones de Yo soy Fijman en este link a Alternativa Teatral.
Por Lucho Bordergaray
http://montajedecadente.blogspot.com/
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critica
http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=ver_critica.php&ids=1&idn=2356
Obra con dramaturgia de Alan Robinson y Martín Ortiz, con dirección de Marcela Fraiman
Antes que nada agradecer. Agradecer que un hecho teatral haya realizado un hueco en el muro de mi ignorancia.
Yo soy Fijman, de Alan Robinson y Martín Ortiz, con dirección de Marcela Fraiman, me permitió, mediante su calida ceremonia, a la vez de conocer y vislumbrar a Jacobo Fijman, colocarlo en mis sentimientos en calidad de entrañable.
Y si para un lego le resulto fascinante andar por ese particular universo, el versado (nunca más apropiado este termino) en el poeta seguramente encontró a más de un Fijman.
Porque Yo soy Fijman, no se instala en solo un aspecto de la persona sino que lo atraviesa en su complejidad, y la forma de hacerlo es justamente, prestándole más de un rostro y una voz, para que su poesía, su “novelistica” vida, y su anecdotario contengan las más variadas sonoridades.
Entonces escuchar y ver como Vicente Zito Lema aúna la tierra, el aire, el agua y el fuego con el andar de vida de Fijman, el seguir a Carina Resnisky en sus desdoblamientos, el reconocer al poeta en Alan Robinson y Martín Ortiz, el dejarse envolver por los sonidos de Federico Mercado (son estupendas las texturas que logra con objetos impensadamente sonoros), son las puertas que se abren para encontrarse con la vida, la poesía, la postura y el pensamiento de un ser que por su pureza y sinceridad (atribuciones cada vez mas extrañas) no siempre hallo cabida en esta sociedad.
Merito de Fraiman es el de haber encontrado un justa afinación de todos los sentimientos que abarcan este hecho teatral, y que esa melodía pase por todos los rincones del espacio, para que ninguno de ellos quede sin impregnarse con un retazo de Fijman.
Para los que lo conocen, para los que no, Yo soy Fijman propicia un calido encuentro con la vida y la poesía. Lo que hoy en día, no es poco.
Gabriel Peralta
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critica
http://neposandkuhl.blogspot.com/2010/05 /yo-soy-fijman.html
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"diferente me senti parte de la obra tuve ganas de gritar en los momentos en que los dialogos parecian explotar. Pero lo mas importante de la obra es la invocacion a fijman que en lo que a mi respecta lo logra, ya que durante el momento en que todo queda iluminado por la vela que sostiene Zito Lema , por el rabillo del ojo percibo un movimiento, cuando giro la cabeza veo una rata mirando desde una posicion extraña desde la ventana ubicada en el costado superior derecho la mire y no se movia cuando las luces se encendieron se fue."
Lucas Lallana. director de cine.
"Una obra de una impresionante sensibilidad. Desde todos los ángulos que se entienda. La puesta en escena, tremendamente frontal, directa, autoconciente y fragmentaria, no te da opciones de permanecer indiferente. Te sacude, te conmueve, te echa al abismo de los sentimientos más intimos, al ir echando luz, en la oscuridad de un poeta al que sin conocer antes de la obra, ahora siento como parte de un dolor personal, bello y profundo. Muchas gracias por sumarme esa experiencia. Y la sensibilidad de Vicente, que su natural capacidad dramática tiene un espectro gigante que va desde el lúdico acto de ponerse un sombrero de velas hasta contar, en un momento de dureza dramática, tambien a la luz de una vela, la muerte de su amigo, Jacobo Fijman, con esa voz grave, musical, de narrador absoluto, que te hace viajar hacia los confines de la poesía, la historia de nuestro país y la esencia misma del arte. Muchas gracias a todo el equipo por esta obra. Lo hicieron otra vez...
abrazo"
Nicolás Carreras. Productor. Guionista. Director de cine.
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Yo Soy Fijman ¿Quien sos vos? Por Héctor Becerra (*)
Yo Soy Fijman. Domingos 20hs. Arismendi 2658 Capital Federal - Buenos Aires - Argentina Reservas: 4523-7605 Web: http://www.crisol.org.ar Entrada: $ 25,00 y $ 18,00
1. De acuerdo a lo que Marcela Fraiman (Dirección general y puesta en escena) nos propone Yo soy Fijman se construye sobre la base de una polifonía de voces y estilos. Los actores (Carina Resnisky, Martín Ortiz, Alan Robinson y Federico Mercado) recrean la voz del poeta y finalmente surge el testimonio de Vicente Zito Lema gran amigo del poeta, quien intenta recuperar su obra a través de cuatro breves intervenciones inspiradas en los cuatro elementos: el aire, la tierra, el agua y el fuego. La propuesta es clara; pero me surge un interrogante. Claro, es el momento de terminar de ver la obra y no de formular preguntas, de todas formas la consigno entre mis notas porque permanece flotando en mi mente
2. ¿Qué se busca con la intervención de VZL? Tal vez lo incluyan porque es un estudioso de la relaciones entre la locura y la poesía. Recordemos que ha publicado un libro donde entrevista a Enrique Pichón Rivière y donde la conversación gira precisamente en torno al psicoanálisis, el arte y la locura. Otra pregunta inpertinente: ¿Si Yo soy Fijman fuera un texto escrito, su directora recurriría a Vicente para que escribiera el prólogo? ¿Se busca en el testimonio de VZL alguien que de credibilidad a la palabra de un poeta-loco? Sin embargo, primera cuestión impactante: VZL es un actor, aunque ya el díptico de la obra anticipaba su “participación especial” y dentro de los códigos actorales y cinematográficos esa participación se refiere a la actuación.
3. La coincidencia de las fechas de nacimiento y muerte de Rimbaud (1854-1891) y van Gogh (1853-1890) son tan impactantes como la actitud crítica que tuvieron, la cual favoreció la trasgresión de los cánones establecidos acerca de lo que conocemos por representación. Esta revolución de los lenguajes literario y plástico parece haberse producido e incluso consolidado antes que el del medio teatral, cuyo funcionamiento –basado principalmente en la comunicación- parece dificultar la apertura a nuevas prácticas.
4. Podríamos suponer entonces que la directora de Yo soy Fijman NO parece dispuesta a que la palabra de VZL nos dé un testimonio de verdad revelada. El testimonio cede -tal vez- su lugar preponderante a lo que sucede en las tablas. VZL NO va a comunicar; en todo caso va a dramatizar, a ficcionalizar. También la música se va apoderando de la escena. Uno de los motivos por los cuales la palabra puede llegar a convertirse en estrategia de poder es por la violencia que todo saber conlleva.
5. Un/a autor/a, un/a director/a puede aspirar a que su texto dramático funcione como unidad y como totalidad, que tenga un desarrollo claro y transparente, un mensaje manifiesto, etc. Todo eso le dará al espectador una cierta tranquilidad y seguridad acerca de lo que ha presenciado, sucede que en este punto el espectador se torna un observador no participante y queda ciertamente por fuera de cualquier posibilidad de realizar lo que se llama comúnmente una lectura entrelíneas.
6. En el teatro clásico la obra significa lo que el autor pretende, exige; por supuesto que el autor hará extensiva esa pretensión y esa exigencia a su eventual espectador, que de esa manera se verá excluido de realizar algún aporte a lo que podríamos denominar el sentido de la obra, he aquí lo que Piera Castoriadis-Aulignier denomina: violencia de la interpretación.
7. Lo interesante es que el trabajo como actor de VZL NO está encaminado a prologarnos, a traducirnos y a explicarnos la obra de Fijman desde la vereda de enfrente, o desde el estrado de los docentes; él se introduce en la obra y desde allí su decir no forma parte de un saber revelado; sino que integra la polifonía de voces que pretenden mantener un mito; que por otra parte, ya está instalado en nuestro medio. Pocas veces se ha consignado que al escribir sobre la violencia que se padece, recordemos aquí -El Cristo Rojo- se está hablando de una resignación al ejercicio de la violencia, porque el marco ético exige decir lo que se hace. Convengamos que si la verdad tiene estructura de ficción, la poesía es una manera de ficcionalizar la realidad.
8. Podríamos recorrer una banda de Moebius refiriéndonos a la poesía de Jacobo Fijman, su oposición a la realidad circundante y opresora, y por la cara de esa banda nos deslizaríamos imperceptiblemente de la poesía al teatro. Dice Oscar Cornago que la relación entre la palabra y la escena se ha convertido en uno de los ejes más controvertidos en la discusión que se lleva a cabo para lograr una renovación teatral que intenta reaccionar contra las estrategias de poder sostenidas por los sistemas hegemónicos de representación basados en la palabra y la imagen.
9. Aunque parezca obvio decirlo es preciso consignar que la interpretación que el espectador realiza puede diferir –a veces sustancialmente- del sentido que el autor pensó en el momento de la creación; pero un verdadero creador sabe que su producción está abierta a múltiples sentidos, de allí la diferencia que Roland Barthes establece entre texto y obra, él dice que ésta última pretende cerrarse sobre un significado; el texto, por el contrario, practica un retroceso infinito del significado.
10. Dice Oscar Cartago que se puede definir el teatro posdramático como un tipo de práctica escénica cuyo resultado y proceso de construcción ya no está previsto ni contenido en el texto dramático. La imposibilidad de prever un resultado hizo que los autores nos presentaran la obra como lo hicieron: El público entró y se sentó en torno a unas mesas donde se iba a servir una copa de vino, pero la mesa de los actores esta ubicada junto a la del público, con lo cual había desaparecido de un plumazo ese borde que existe en el teatro clásico entre público y actores. Por otra parte fue la “actriz” haciendo de “camarera” la que nos sirvió las copas de vino.
11. Pero, además, destaquemos la renuncia a la palabra tal como se la utiliza en el lenguaje teatral; la tensión que se establece entre el lenguaje corporal -VZL subido a una escalera, lavándose las manos, o con un sombrero “a lo van Gogh”- y el lenguaje que surge de los diálogos; el vacío de sentido que funciona como incitación a la interpretación del espectador. No me siento autorizado a calificar a Yo soy Fijman como teatro posdramático; pero sí creo firmemente que se trata de un intento de cuestionamiento de los lenguajes de dominación, de experimentación de nuevos códigos comunicacionales, un intento de llevar adelante una experiencia ética, una experiencia donde este teatro es una continuación de la poesía de Fijman, inclusive la de Zito Lema.-
Bibliografía
Díptico utilizado para presentar la obra.
Oscar Cornago: Teatro posdramático: Las resistencias de la representación en Jorge Dubatti, compilador. Escritos sobre teatro (I) Teatro y cultura viviente: Poéticas, política e historicidad, Editorial Nueva Generación, Buenos Aires, 2005.
Piera Castoriadis-Aulignier: La violencia de la interpretación. Del Pictograma al enunciado, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2001.
Roland Barthes: ¿Por dónde empezar?, Tusquets editor, Barcelona, 1974.
(*) Héctor Becerra es escritor y periodista científico. Ha publicado El Cuerpo herido (Ed. Catálogos) y compilado SIDA: más allá del HIV (Ed. Fundación Espariz)
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Escribe Rhea Volij
Bailarina. Docente. Directora.
Darle voz y polifonía a la poesía no es usual en tiempos donde el teatro se afirma en un nuevo costumbrismo (urbano o rural), tanto en el lenguaje como en la puesta en escena. La aparición de la poesía cruda y a la vez como soporte dramático dan a "Yo soy Fijman" un resplandor singular y muy perturbador. El contrapunto que estructura la obra entre lo autobiográfico, la aparición del poema, y el relato en torno a la vida de Fijman, cobija completamente al espectador, que se siente testigo estético y ético del compromiso con la vida de este poesta olvidado.
La potencia poética y filosófica de aquél-¡un Spinoza argentino!- es revelada en múltiples planos formales-expresivos (la música, el movimiento de los cuerpos y de los objetos) de un modo sutil y pleno de sentidos.
Formalmente la puesta en escena, un cabaret austero de luz blanca, nos acerca a los actores que constantemente se distancian en sentido brechtiano, produciendo un doble acompañamiento sensible entre actores y público, frente a esa exposición descarnada y tan próxima de la vida y obra del poeta loco de lucidez, de felicidad mística que fue Jacobo Fijman, para sorpresa de casi todos nosotros.
Quizás la irrupción de la anécdota que justifica la puesta empaña la magia que otorga la poesía al drama.
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¿Quien es Fijman?
Escribe Alfredo Grande. Psicoanalista
No lo conocí a Jacobo Fijman. Pero conozco a Vicente Zito Lema. De la única forma que se conoce a las personas: compartiendo sus sueños y compartiendo sus luchas. Y estuve en El Crisol para conocer a Fijman a través de la poética y el compromiso humanista de Zito Lema. No pretendo realizar una crítica del espectáculo, que de todos modos no es tal. Los domingos a las 20 horas autores, actores y directora (todos ellos con gran rigor) nos proponen implicarnos en un instante donde el tiempo perdido empieza a recuperarse, donde la anestesia del consumismo es derrocada, y donde el poeta nos hace entender a nosotros, el público, que en el encierro, en la locura y en la tristeza, algo de nosotros también ha sido convocado. No hay, en efecto, espectáculo. Hay una intimidad compartida, aquella que solamente logramos con el desconocido que conocemos desde dolores compartidos.
Fui porque conozco a Vicente Zito Lema. Y él nos habla desde él mismo, que en ese instante compartido también somos nosotros, y nos enseña que hay algo del amor que aquel que ama también desconoce. Si Jacobo se enamoró de María, la madre virgen, nosotros podemos recuperar algo de nuestra virginidad, entendida como puro asombro ante la vida. No cualquier vida, sino aquella que transcurre en la solitaria coherencia con uno mismo, mas allá de todo espectáculo, de todo circo, y, no pocas veces, de todo pan. Incluso del pan de la ternura. Cuando me retiraba de El Crisol, después de abrazar y ser abrazado por aquellos que me permitieron por un instante sentirme poeta, que es saberse humano, me permití abrazarme con una emoción idea que no dejaré que me abandone: “Yo soy Fijman”
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Invocación de Fijman.
Escribe Nestor Ventaja. Periodista y Poeta
En el camino mas alto y mas desierto, Yo soy Fijman propone una puesta en acto del sentir vital y el pensamiento del poeta. En una sala sin escenario, instalados en mesas de bar y con las copas en alto, actores y público, brindan por la poesía.
Al abrigo de una guitarra compañera, Yo soy Fijman, va y viene de la teatralidad del poema recitado a la luz de una vela, al coloquialismo de un relato que explicita los por qué y los cómo de la obra. Clima y contra clima. Identificación y distanciamiento.
La puesta expone a Fijman y se expone. Fijman era intolerable para su época, su carácter de judío converso, su convencimiento de encarnar al Cristo Rojo y su pasión desmesurada por el poema lo condenaron a la tumba del encierro. No son pocos 30 años en el Borda.
Vicente Zito Lema fue, en términos de la prosaica y poética realidad, capaz de penetrar en las profundidades de Fijman. Quien lo rescató del hospicio, del olvido, lo representa y se representa desangrando anécdotas y poemas en los extremos de su propia voz.
Cada uno de los actores se calza y se descalza el traje, la piel del otro, para ponerle el cuerpo al imaginario, iluminado y críptico del poeta. Poseídos por Fijman susurran o gritan, dialogan o reflexionan, disparan verdades como expulsadas de las entrañas de la noche. Componen el universo de un Fijman persona-personaje, que por momentos parece, observar todo desde la obscuridad del silencio, enarbolando su beatífica o diabólica sonrisa.
Yo soy Fijman no escenifica una etapa o un momento de su vida; la apuesta es de otro tenor. La apuesta consiste en ser atravesados por la palabra, la filosofía y el humor ácido y corrosivo del poeta. Es sentir con él la dictadura de una sociedad que lo sentenció al hospicio, intuir la belleza liberadora de sus versos y alentar la exasparente rebeldía de un poeta que supo decir:
Se acerca Dios en pilchas de loquero,
y ahorca mi gañote
con sus enormes manos sarmentosas;
y mi canto se enrosca en el desierto.
¡Piedad!
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El Canto del Cisne
El camino más alto y más desierto.
Oficios de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
Tosen las muecas
Y descargan sus golpes
Afónicas lamentaciones.
Semblantes inflados;
Dilatación vidriosa de los ojos
En el camino más alto y más desierto.
Se erizan los cabellos del espanto.
La mucha luz alaba su inocencia.
Cuerdas de los silencios más eternos.
Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.
¿A quien llamar?
¿ A quien llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?
Se acerca Dios en pilchas de loquero,
Y ahorca mi gañote
Con sus enormes manos sarmentosas;
Y mi canto se enrosca en el desierto.
¡Piedad!
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Opiniones
"Felicitaciones!
Me gustó mucho la obra. Me siento muy cercana a las temáticas que proponen en la obra y salí muy conmovida. Especialmente me gustó esa mezcla entre cotidiano y lo enrarecido. Ustedes, de pantalón y camisa, tomando vino y ella (la locura?) cercana, acechante y perdida.
También el cruce entre lo documental, la entrevista, lo real y lo ritual. El texto está ensamblado hermosamente. Bueno, después charlamos en vivo, besote y felicitaciones"
Daniela Marinaro - Realizadora audiovisual.
El juego de los sonidos resulta muy interesante también."
Eric Robinson
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Opinando
Pedido.
¿Ya viste Yo Soy Fijman? ¿Como la pasaste? ¿Te gustó te disgustó?
Al escucharte, crece nuestro trabajo.
Si Ya viste "Yo soy Fijman", dejanos tu opinión aquí.
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Comentarios del público.
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Cómo llegar - Referencias.
A una cuadra de Av. de los Incas (altura 4500) y a dos cuadras de Combatientes de Malvinas (Altura 3200)
Subte B. Estación Los Incas.
Colectivos. 71-80-87-93-108-111-112-113-123-127-133-140-142-168.
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Un Libro.
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Publicaciones en revistas
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Estreno. Marzo 2010
Vicente Zito Lema, Martín Ortiz, Alan Robinson, Federico Mercado, Carina Resnisky y Marcela Fraiman.