Yo Soy Fijman. Domingos 20hs. Arismendi 2658 Capital Federal - Buenos Aires - Argentina Reservas: 4523-7605 Web: http://www.crisol.org.ar Entrada: $ 25,00 y $ 18,00
1. De acuerdo a lo que Marcela Fraiman (Dirección general y puesta en escena) nos propone Yo soy Fijman se construye sobre la base de una polifonía de voces y estilos. Los actores (Carina Resnisky, Martín Ortiz, Alan Robinson y Federico Mercado) recrean la voz del poeta y finalmente surge el testimonio de Vicente Zito Lema gran amigo del poeta, quien intenta recuperar su obra a través de cuatro breves intervenciones inspiradas en los cuatro elementos: el aire, la tierra, el agua y el fuego. La propuesta es clara; pero me surge un interrogante. Claro, es el momento de terminar de ver la obra y no de formular preguntas, de todas formas la consigno entre mis notas porque permanece flotando en mi mente
2. ¿Qué se busca con la intervención de VZL? Tal vez lo incluyan porque es un estudioso de la relaciones entre la locura y la poesía. Recordemos que ha publicado un libro donde entrevista a Enrique Pichón Rivière y donde la conversación gira precisamente en torno al psicoanálisis, el arte y la locura. Otra pregunta inpertinente: ¿Si Yo soy Fijman fuera un texto escrito, su directora recurriría a Vicente para que escribiera el prólogo? ¿Se busca en el testimonio de VZL alguien que de credibilidad a la palabra de un poeta-loco? Sin embargo, primera cuestión impactante: VZL es un actor, aunque ya el díptico de la obra anticipaba su “participación especial” y dentro de los códigos actorales y cinematográficos esa participación se refiere a la actuación.
3. La coincidencia de las fechas de nacimiento y muerte de Rimbaud (1854-1891) y van Gogh (1853-1890) son tan impactantes como la actitud crítica que tuvieron, la cual favoreció la trasgresión de los cánones establecidos acerca de lo que conocemos por representación. Esta revolución de los lenguajes literario y plástico parece haberse producido e incluso consolidado antes que el del medio teatral, cuyo funcionamiento –basado principalmente en la comunicación- parece dificultar la apertura a nuevas prácticas.
4. Podríamos suponer entonces que la directora de Yo soy Fijman NO parece dispuesta a que la palabra de VZL nos dé un testimonio de verdad revelada. El testimonio cede -tal vez- su lugar preponderante a lo que sucede en las tablas. VZL NO va a comunicar; en todo caso va a dramatizar, a ficcionalizar. También la música se va apoderando de la escena. Uno de los motivos por los cuales la palabra puede llegar a convertirse en estrategia de poder es por la violencia que todo saber conlleva.
5. Un/a autor/a, un/a director/a puede aspirar a que su texto dramático funcione como unidad y como totalidad, que tenga un desarrollo claro y transparente, un mensaje manifiesto, etc. Todo eso le dará al espectador una cierta tranquilidad y seguridad acerca de lo que ha presenciado, sucede que en este punto el espectador se torna un observador no participante y queda ciertamente por fuera de cualquier posibilidad de realizar lo que se llama comúnmente una lectura entrelíneas.
6. En el teatro clásico la obra significa lo que el autor pretende, exige; por supuesto que el autor hará extensiva esa pretensión y esa exigencia a su eventual espectador, que de esa manera se verá excluido de realizar algún aporte a lo que podríamos denominar el sentido de la obra, he aquí lo que Piera Castoriadis-Aulignier denomina: violencia de la interpretación.
7. Lo interesante es que el trabajo como actor de VZL NO está encaminado a prologarnos, a traducirnos y a explicarnos la obra de Fijman desde la vereda de enfrente, o desde el estrado de los docentes; él se introduce en la obra y desde allí su decir no forma parte de un saber revelado; sino que integra la polifonía de voces que pretenden mantener un mito; que por otra parte, ya está instalado en nuestro medio. Pocas veces se ha consignado que al escribir sobre la violencia que se padece, recordemos aquí -El Cristo Rojo- se está hablando de una resignación al ejercicio de la violencia, porque el marco ético exige decir lo que se hace. Convengamos que si la verdad tiene estructura de ficción, la poesía es una manera de ficcionalizar la realidad.
8. Podríamos recorrer una banda de Moebius refiriéndonos a la poesía de Jacobo Fijman, su oposición a la realidad circundante y opresora, y por la cara de esa banda nos deslizaríamos imperceptiblemente de la poesía al teatro. Dice Oscar Cornago que la relación entre la palabra y la escena se ha convertido en uno de los ejes más controvertidos en la discusión que se lleva a cabo para lograr una renovación teatral que intenta reaccionar contra las estrategias de poder sostenidas por los sistemas hegemónicos de representación basados en la palabra y la imagen.
9. Aunque parezca obvio decirlo es preciso consignar que la interpretación que el espectador realiza puede diferir –a veces sustancialmente- del sentido que el autor pensó en el momento de la creación; pero un verdadero creador sabe que su producción está abierta a múltiples sentidos, de allí la diferencia que Roland Barthes establece entre texto y obra, él dice que ésta última pretende cerrarse sobre un significado; el texto, por el contrario, practica un retroceso infinito del significado.
10. Dice Oscar Cartago que se puede definir el teatro posdramático como un tipo de práctica escénica cuyo resultado y proceso de construcción ya no está previsto ni contenido en el texto dramático. La imposibilidad de prever un resultado hizo que los autores nos presentaran la obra como lo hicieron: El público entró y se sentó en torno a unas mesas donde se iba a servir una copa de vino, pero la mesa de los actores esta ubicada junto a la del público, con lo cual había desaparecido de un plumazo ese borde que existe en el teatro clásico entre público y actores. Por otra parte fue la “actriz” haciendo de “camarera” la que nos sirvió las copas de vino.
11. Pero, además, destaquemos la renuncia a la palabra tal como se la utiliza en el lenguaje teatral; la tensión que se establece entre el lenguaje corporal -VZL subido a una escalera, lavándose las manos, o con un sombrero “a lo van Gogh”- y el lenguaje que surge de los diálogos; el vacío de sentido que funciona como incitación a la interpretación del espectador. No me siento autorizado a calificar a Yo soy Fijman como teatro posdramático; pero sí creo firmemente que se trata de un intento de cuestionamiento de los lenguajes de dominación, de experimentación de nuevos códigos comunicacionales, un intento de llevar adelante una experiencia ética, una experiencia donde este teatro es una continuación de la poesía de Fijman, inclusive la de Zito Lema.-
Bibliografía
Díptico utilizado para presentar la obra.
Oscar Cornago: Teatro posdramático: Las resistencias de la representación en Jorge Dubatti, compilador. Escritos sobre teatro (I) Teatro y cultura viviente: Poéticas, política e historicidad, Editorial Nueva Generación, Buenos Aires, 2005.
Piera Castoriadis-Aulignier: La violencia de la interpretación. Del Pictograma al enunciado, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2001.
Roland Barthes: ¿Por dónde empezar?, Tusquets editor, Barcelona, 1974.
(*) Héctor Becerra es escritor y periodista científico. Ha publicado El Cuerpo herido (Ed. Catálogos) y compilado SIDA: más allá del HIV (Ed. Fundación Espariz)